Es el fin de una era parasitaria para consonni, que ha pasado por una fábrica abandonada en Zorrozaurre de la que toma el nombre, por un local del Instituto Francés y en los últimos años por distintos locales del edificio de la calle Simón Bolivar pertenecientes a la Fundación EDE (sin cuyo apoyo todo habría sido mucho más difícil o incluso imposible en algunos momentos críticos) llegando a estar en los últimos meses en las oficinas de la parroquia Cristo Rey, en la calle autonomía.

Ahora toca un momento de transición, de cierto nomadismo, hasta llegar al momento de la emancipación en la calle Conde Mirasol (en el barrio de Bilbao La Vieja), la época de la habitación propia. Y esperemos que con la autonomía (y los gastos) venga el empoderamiento.