El Marketing como Análisis Médico-Forense

Ante un cuerpo inerte tendido en una camilla apunto de ser diseccionado, el forense y el marketiniano comienzan una conversación.

           

M: ¿A quién toca hoy meterle el diente?
   ¿Cuál es nuestro target o público objetivo?
F: Se trata de un joven de 18 años, muerto a causa de un paro cardíaco en un centro comercial. 
M: ¿Un paro cardíaco?
F: Muerte súbita.
M: Habrá que analizar todos sus órganos en busca de una respuesta. Pásame el historial.
F: Aquí tienes.
M: Antecedentes de problemas cardiorrespiratorios en la familia, hipertensión, colesterol, consumo de alcohol y tabaquismo con periodicidad, bla, bla,…
F: Pues no hay nada más que hablar.
M: ¿Cómo no? Es necesario saber qué marca de tabaco consumía, blanco o negro, qué cantidad de tabaco, con quién, etc. También el tipo de bebida y demás.

  

Tras una investigación de muchas horas bajo la suave luz de la lámpara forense, el marketiniano ya cansado coge el periódico del día con la intención de desconectar y entre los titulares, lee “Pepsi saca un nuevo producto”.

 

Sin proseguir con la lectura de la noticia, vuelve a mirar al muerto y piensa si éste responde a los consumidores de esta marca de bebida isotónica.

  

M: Eureka! Ya tenemos el veredicto.

 

Uno de los elementos que definen el síndrome consumista, según Bauman, es la inversión de los valores asociados respectivamente a la duración y a la fugacidad:

 

El tiempo que transcurre entre la vida y la muerte de los bienes de consumo, y la sustitución o reanimación de éstos para alimentar la satisfacción-insatisfacción, el hambre de consumo, de los consumidores es cada vez más breve.

    

Pero, ¿hasta que punto la muerte de un bien de consumo supone nuestra propia muerte? ¿Resucitará el jóven de 18 años, por cierto llamado Edu (como el de la Navidad), ante el nuevo producto que Pepsi lance?. 

 

Más, en próximos capitulos…

  

Se recomienda echar un vistazo a la obra “Vida líquida” de Bauman.

 

 

 

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El Marketing como Análisis Médico-Forense