El pasado 15 de octubre, la Fundación Holandesa para las Artes Visuales, Diseño y Arquitectura (Fonds BKVB) acercó a Bilbao a un grupo interdisciplinar de 20 participantes, arquitectos, paisajistas, diseñadores urbanos, artistas visuales, mediadores culturales y teóricos. La visita a Bilbao (en la que pasaron también por consonni) formó parte de su viaje de estudios What´s up, what´s down. Cultural Catalysts in Urban Space (Qué pasa con la catarsis cultural en el espacio urbano) en el que han investigado las transformaciones urbanas que han tenido lugar en las últimas dos décadas en varias ciudades europeas secundarias.
Uno de los participantes, Arnold Reijndorp, investigador y asesor de urbanismo, desarrollo social y tendencias culturales en el espacio urbano, reflexiona sobre los diferentes modelos de políticas culturales después de su paso por Euskadi. “Las políticas culturales pueden ser una solución a la laguna que deja un cambio económico”. “Así, cuando la economía cambia, el tejido social debe ser restaurado”. A lo largo del viaje han comprobado que “algunas políticas impulsan la economía atrayendo a turistas, otras están intentando facilitar una clase creativa, atrayendo a artistas y otros agentes que podrían dar respuestas a las deficiencias de la estructura social. Éste es el papel que pueden tomar las iniciativas culturales que trabajan “desde abajo”, muchas veces promovidas por la política oficial.”
Arnold Reijndorp compara el caso de Bilbao con la ciudad de Skopie, sacudida por un terremoto en 1936 y reconstruida posteriormente por el arquitecto Kenzo Tange. “Los dos son lugares con una nueva libertad de autogestión que inevitablemente implica un “y ahora ¿qué?”, por lo que hay una permanente política de identificación.”
Por su parte el Guggenheim “es un modelo económico que ha afectado la sociedad a muy diferentes niveles. La pregunta es si los agentes culturales que operaban ya antes de que se edificara y que eran parte de una estrategia identitaria post-franquista podrían haber sido también parte de una estrategia económica para salir de la crisis industrial.” “La escena artística local cobró legitimación internacional con el Guggenheim. Me puedo imaginar los sentimientos encontrados. La identidad nacional, la orientación internacional de los artistas, el intento de construir un nuevo paisaje cultural, el Guggenheim...” entramado que según Arnold Reijndorp hace al País Vasco muy complejo.
Destaca que “en el arte, urbanismo y arquitectura tratamos de hacer espacios dirigidos a que la gente se encuentre y participe, pero en realidad la ciudad es de por sí una situación conflictiva. Necesitamos espacios que permitan que la gente se pelee por su significado.”
Y como ejemplo resuelve que “la reconstrucción del muelle de Bilbao es muy agradable. A la gente le gusta, pero no hay lugar para lo disonante en un parque así. No se trata de diseñar lugares marginales para gente marginal, pero me parece que la arquitectura es también un símbolo de cómo y cómo no debe ser utilizada y a quién se prefiere en ella y a quién no.”